NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Pbro. Edgar Gabriel Stoffel
Si el rostro mestizo de Nuestra Señora de Guadalupe simboliza de modo luminoso la encarnación del Evangelio en tierras americanas en el marco de un proceso de encuentros y fracturas, de violencias y de síntesis, algo similar, aunque menos impresionante, ha acontecido en nuestra región, donde la humilde capilla, comenzada en 1779 a orillas de la Laguna Grande y la imagen en ella venerada, se han convertido en punto de encuentro de diversas experiencias religiosas y sociales que han ido consolidando la Santa Fe de nuestro tiempo.
De esa manera la devoción a la Virgen de Guadalupe entre nosotros constituye un hito fundamental de nuestra vida como pueblo y el milagro por excelencia que Dios ha querido obrar en esta tierra.
Obra humana que se explica desde lo divino como lo expresa el humilde ermitaño al grabar que “La Capilla la Virgen la ha levantado”, dándonos una clave fundamental de su tarea u obra divina concretada a través del esfuerzo personal y comunitario a lo largo de dos siglos, no sólo en la estructura material sino sobre todo en los corazones de los protagonistas…
El Santuario levantado por la Virgen al que hacía referencia el venerable ermitaño no son las paredes de la humilde capilla que edificó con sus manos o la imponente Basílica erigida por Mons. Boneo, sino el río de hombres y mujeres, criollos y gringos, niños y viejos, jóvenes y enfermos, sacerdotes, trabajadores, profesionales, “sin techo” o presidiarios que cada III Domingo de Pascua transforman los recorridos habituales de la capital santafesina para llegar a sus pies en grupos familiares, parroquiales o de amigos.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
De esa manera la devoción a la Virgen de Guadalupe entre nosotros constituye un hito fundamental de nuestra vida como pueblo y el milagro por excelencia que Dios ha querido obrar en esta tierra.
Obra humana que se explica desde lo divino como lo expresa el humilde ermitaño al grabar que “La Capilla la Virgen la ha levantado”, dándonos una clave fundamental de su tarea u obra divina concretada a través del esfuerzo personal y comunitario a lo largo de dos siglos, no sólo en la estructura material sino sobre todo en los corazones de los protagonistas…
El Santuario levantado por la Virgen al que hacía referencia el venerable ermitaño no son las paredes de la humilde capilla que edificó con sus manos o la imponente Basílica erigida por Mons. Boneo, sino el río de hombres y mujeres, criollos y gringos, niños y viejos, jóvenes y enfermos, sacerdotes, trabajadores, profesionales, “sin techo” o presidiarios que cada III Domingo de Pascua transforman los recorridos habituales de la capital santafesina para llegar a sus pies en grupos familiares, parroquiales o de amigos.
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Madre y Reina de Guadalupe
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre con nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones;
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
ampara nuestros niños,
sana nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre con nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones;
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
ampara nuestros niños,
sana nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
AMÉN.
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